RELLOTGE

divendres, 9 d’octubre del 2015

UNA HISTORIA DE UN GRAN ESCRITOR : MARC PINO

LA ODISEA DE ANDRÉS
Hace mucho tiempo, en un pueblo tan pequeño que podría caber en mi mano, había un niño, (se llamaba Andrés) Ese niño es tan, tan, pero tan miedica que le daba escalofríos oír el vaivén de las olas.
Y a os lo podéis imaginar, ¿no? En fin, su gran terror a todo lo que ve, le llevo a que un día…
-¡Andri! (así le llamaban todos) exclamaba su padre, como si no hubiera un mañana.
-¿Qué pasa? 
- A mi hermano le ha pasado algo, me voy a tener que ir…
-¡no, por favor!-antes de que terminase.
-eh,eh,eh no pasa nada, mama acabará pronto su turno del huerto.
-Pero… PERO… ¡¿y si viene un ladrón, o un león?! Dijo Andrés, casi afónico.
-Por favor, conoces todo el pueblo, ¿y quién nos iría a robar, si somos muy pobres? Además, en toda la región no hay ningún león.
-pero…pero…
-escúchame, que es mas importante, ¿tu manía o una urgencia?
-…
-¿me puedo ir ya? 
-…si…
-Vale adiós. Uf señor…-dijo susurrando.
¡PUM! Un gran portón sacudió la casa entera, Andrés incluido.
Se quedo un poco aturdido, pero se recuperó enseguida.
Acurrucado en su cama oyó un sonido haciéndose cada vez mas fuerte… fiiiiiiuuuuuuuuuuuu…
-¡AAAAAAHHHH! UN FANTASMA! (solo era el silbido del viento.)
Sudando agua de la Antártida, y temblando como una hoja, se tapo la cara, esperando a que todo pasara. De repente oía un crujir de madera (Andrés creía que era los pasos de alguien, pero solo era la casa, que era muy antigua.) Y ya llorando a lagrima viva, salió dela cama, dispuesto a huir de casa. Por si faltaba poco, había un repiqueteo en la ventana, que no era mas que una higuera de su jardín. Aterrorizado, bajo las escaleras, se tropezó, pero se recompuso rápidamente porque eso no le importaba. Cuando ya estaba en el recibidor, sin siquiera rozar el pomo, se abrió la puerta, detrás había una gran sombra. Cuando ya creyó que era su fin, se encendió la luz. Era su madre, que ya había acabado su turno.
-¿Andri? Que te pasa?
-mamá…-con sus lagrimas y mocos cayendo de su barbilla.
-¿Qué te pasa?
-Hay… hay alguien ahí…  
-¿Dónde?
-Un… silbido… afuera…
-Ay, chiquillo, eso es el viento.
-Y… ¿el toc-toc de la ventana?
-La higuera, hijo mío.
-Ya un poco mas calmado, dijo:-Pero… ¿el crujir de los pasos de casa?
-Eso será la casa. Mi bisabuelo ya vivía aquí.
Mientras que su madre le abrazaba, Andrés pensó: Vaya, tanto miedo para nada.


      Fin.

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